Vivimos en un mundo en el que los estilos de vida actuales y la calidad de las relaciones sociales favorecen la desconexión, la marginación, la soledad y el aumento de las poblaciones vulnerables.
En nuestro país, las condiciones sociales y económicas, los prejuicios y la desinformación, la falta de educación y la creciente violencia, la inseguridad y los sistemas corrompidos por la ambición y el poder, han aumentado la vulnerabilidad de los más necesitados: niños, jóvenes, mujeres y adultos mayores, entre otros.
La realidad es estremecedora.
En relación a la vejez
La población mundial está envejeciendo. De acuerdo con la O.M.S. (2015), se espera que para el 2050, el número de personas mayores llegue a más de 2100 millones de personas.
El 7% de la población mundial vivirá con algún tipo de demencia.
Cada 3 seg. alguien en el mundo es diagnosticado con demencia (Alzheimer Disease International, 2018).
México también ha sufrido un cambio demográfico acelerado. Por 1a vez en la historia del país hay más personas de 60 años que niños menores de 5 años. (INGER (2016)1)
Si bien la esperanza de vida es cada vez mayor, no lo es la calidad de vida. “Quien hoy cumple 60 años en México puede esperar vivir 22 años más, pero probablemente pasará los últimos cinco años de su vida con alguna discapacidad” (INGER, 2016, p.20).
La necesidad de atención especializada para el adulto mayor es imperante. No obstante, en nuestro país, el contraste entre la demanda y la oferta de servicios geriátricos es preocupante y abismal.
Hasta 2016, se tenían identificados en México 168 consultorios de geriatría, 176 camas de hospitalización destinadas a geriatría y 197 geriatras (INGER, 2016, p. 39 y 40).
“Una quinta parte de las personas que llega a los 60 años en México está en condición de fragilidad” (INGER, 2016, p.24).
Este porcentaje es similar al reportado en otros países. Sin embargo, el futuro del adulto mayor en México está comprometido por las dificultades que encuentra en el acceso a servicios de salud, de cobertura y afiliación a los mismos, de falta de educación y de barreras ambientales para desempeñar sus actividades cotidianas. A esto se le suma, que la falta de capacitación y del desarrollo de competencias en las personas que atienden a los adultos mayores y que por suprimir “los síntomas”, los ha llevado al abuso del uso de medicamentos, a buscar en la “polifarmacia” una solución “inmediata” y con un alto costo para la vida de las personas.
En relación a los jóvenes
El dolor de la población joven expresado en sentimientos de vacío, depresión, falta de sentido, violencia, aislamiento, adicciones y falta de esperanza es también preocupante.
Tanto los jóvenes como las personas mayores comparten características y preocupaciones similares. Por ejemplo, muchas personas jóvenes y muchas personas mayores se sienten aisladas dentro de sus comunidades y
marginadas en la toma de decisiones que afectan sus vidas diarias.
Ambos grupos tienen preocupación por el futuro y por su seguridad. Asimismo, jóvenes y mayores, tienen recursos de considerable valor entre sí y encontrando los caminos pueden compartir y enriquecerse mutuamente.
Tal es el objetivo de Córimaz. Encontrar los caminos y los lazos que nos lleven a responder al apremio de la vida de los próximos años de manera más solidaria e inclusiva para tener una sociedad con calidad de vida, reconocimiento y bienestar para todos.